
“El cliente siempre tiene
razón”, dicen. Y es cierto que un
profesional no tiene ningún futuro si no cuida a sus clientes. Pero eso no
significa que haya que decir sí a todo, ni que tengas que aceptar cualquier
proyecto.
Es verdad que son tiempos de
crisis, y que no resulta fácil rechazar una oportunidad. Pero a veces es la
mejor opción. Porque, como vamos a ver, aceptar un “trabajo ruinoso” puede
convertirse en una de las peores elecciones para un profesional.
En FreelanceFolder han
recopilado 10 tipos de proyectos que no deberías aceptar si no
quieres perder tiempo, dinero, felicidad, salud y reputación…
1. No tienes ni idea de lo
que el cliente quiere
A pesar de tus esfuerzos por
entender qué es lo que el cliente necesita, no consigues salir de dudas.
Preguntas, escuchas, demandas información pero, o bien no te responden, o bien
las respuestas son tan vagas que no valen ni siquiera para realizar una
planificación aproximada. Ese proyecto es de alto riesgo, y puede conducir a
cualquier lugar menos al que a ti te interesa.
2. El cliente tiene fama de
no pagar
Siempre es conveniente
conocer bien el negocio del cliente para abordar el proyecto con la mejor
información. Puedes aprovechar ese proceso para informarte, también, sobre la
reputación del cliente. Sólo necesitas preguntar a otros colegas y darte una
vuelta por Internet: página web, opiniones y experiencias en redes sociales,
etc.
Si un cliente tiene fama de
no pagar, lo más probable es que tampoco tú vayas a conseguir cobrarle por tu
trabajo. Y si lo consigues, te va a costar tiempo y esfuerzo.
3. El proyecto implica
realizar algo ilegal o poco ético
Es de suponer que no te has
hecho freelance para trabajar con la mafia. Así que lo mejor es que rechaces
cualquier proyecto que implique acciones ilegales o poco éticas. Las razones
son varias: puedes verte metido en un lío; tu reputación profesional puede
acabar por los suelos; y seguro que uno de tus objetivos -aunque sea secundario-
es el de construir un mundo un poco mejor con tu trabajo.
4. Estás desbordado/a por el
trabajo y no tienes tiempo para otro proyecto
Si aceptas un proyecto al
que no vas a poder dedicar el tiempo necesario, el resultado final sólo puede
ser negativo: el trabajo será un infierno, el cliente no saldrá satisfecho, y
el resto de tus proyectos también pueden verse afectados.
Todos tenemos un límite. A
partir de ese límite, desciende nuestra calidad de vida y la calidad de nuestro
trabajo. Ser consciente de ello es imprescindible.
5. El cliente quiere que
trabajes gratis
Esta es, sin duda, una
dinámica peligrosa. Algunos clientes te pedirán trabajo gratis y, a cambio, te
prometerán más trabajo en el futuro. Puede que sea cierto, y que merezca la
pena hacer el esfuerzo inicial. Pero puede que ese trabajo futuro nunca llegue,
y entonces habrás perdido tiempo y dinero.
El trabajo “gratis” debe ser
una excepción, nunca la norma.
6. El cliente pide mucho
-demasiado- y ofrece muy poco dinero
Es normal que el cliente sea
exigente, pero no puede pretender que dediques a su proyecto todo tu esfuerzo y
atención cuando apenas contribuye a tus ingresos.
A todos nos ha pasado: un
cliente que genera poco dinero pero exige muchísimo esfuerzo. Lo más razonable
es “huir” -educadamente, eso sí- de este tipo de clientes. Están ocupando el
espacio de un cliente mucho más rentable (y seguramente más agradable).
7. No llegáis a un acuerdo
sobre las condiciones del proyecto
Es importante arrancar el
proyecto con un acuerdo.
Si después de negociar las
condiciones con el cliente no alcanzáis ese acuerdo necesario, es mejor que
abandones ese proyecto. Porque cuando no está claro lo que hay que hacer, cómo
y por cuánto, los problemas no tardan en llegar.
8. El trabajo escapa a tu
experiencia y tus conocimientos
No puedes comprometerte a
hacer algo para lo que no estás capacitado. Ya lo hemos comentado: cambiar
es importante. Es interesante probar con nuevos proyectos en nuevos campos de
actividad. Pero no puedes hacerlo de golpe. No puedes arriesgarte a dar el gran
salto de repente. Debe tratarse de una evolución/adaptación continua.
Si aceptas un proyecto
totalmente ajeno a tu experiencia, vas a tener que doblar tus esfuerzos para
conseguir un resultado mediocre en el mejor de los casos.
9. Sabes que lo que el
cliente pide no va a funcionar
A veces el cliente insiste
en realizar el proyecto de una manera que tú sabes, por experiencia, que no va
a funcionar. No estamos hablando de pequeñas diferencias, de matices, ni de
detalles de diseño. Es normal que existan distintos puntos de vista. Estamos
hablando de una forma de hacer las cosas que tú sabes que se encamina hacia el
desastre.
Debes tratar de explicarle
la situación al cliente. Y si después de tus explicaciones sigue insistiendo en
ese camino, quizá te conviene rechazar el proyecto.
¿Por qué? Porque a nadie le
gusta “fracasar”. Y los proyectos que fracasan generan tensiones de todo tipo,
y suelen aportar muchos problemas y pocas recompensas. Piensa en este ejemplo:
a nadie le gusta pagar la factura cuando el proyecto no ha servido para nada…
10. El cliente se comporta
de una forma brusca y con mala educación
Si el cliente te falta al
respeto, y hace caso omiso cuando se lo haces saber, lo mejor es dejarlo. ¿Qué
relación profesional puedes mantener con alguien que es maleducado, grita,
insulta, interrumpe, etc.? No merece la pena.
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