domingo, 1 de abril de 2018


¿Cómo me ven mis clientes actuales y potenciales? ¿Transmito una imagen realmente profesional? Son dos preguntas que debes hacerte para iniciar un proceso de mejora en tu actividad.

Hoy vamos a proponerte 8 buenas prácticas que te ayudarán a ser más profesional y a parecerlo.

La importancia de la primera impresión

La imagen que transmites es fundamental para tu negocio. Los clientes que llevan tiempo contigo ya te conocen, y saben cuáles son tus capacidades, tus virtudes e incluso tus defectos. De momento siguen confiando en ti, lo cual no significa que no puedas mejorar muchas cosas.

Pero piensa en un posible cliente al que te acercas por primera vez. Normalmente, él no tiene suficientes datos para saber cómo haces tu trabajo. Por eso, el cliente tendrá que decidir a partir de las primeras impresiones que transmites: una conversación, un correo electrónico, una presentación… Si pareces profesional, tendrás mucho ganado.
No se trata de parecer, sino de ser y parecer

Desde luego, no estamos hablando de cómo vas vestido/a (seguro que no te has hecho freelance para acabar con traje de chaqueta y corbata) ni de otros detalles accesorios. Estamos hablando de las cosas que marcan la diferencia: expresión, seguridad en ti mismo, etc.

Piensa que la profesionalidad se ve sobre todo en el resultado final -el proyecto entregado- pero también en la "forma" de entregarlo y en la comunicación con el cliente. Se trata, por tanto, de que adoptes unas prácticas más profesionales en tu trabajo, y de que seas capaz de transmitir ese mensaje de calidad y eficacia -de trabajo bien hecho- a tus clientes.

Hemos tomado como punto de partida un artículo de FreelanceFolder , y lo hemos reelaborado totalmente para ofrecerte estos 8 buenos consejos que te ayudarán a ser más profesional y, además, a parecerlo. No te los pierdas:

1. Véndete bien

Nos han enseñado a ser modestos. A nadie le gusta la gente arrogante y prepotente, tampoco a los clientes. Pero, si lo piensas, tampoco tienen ningún sentido ocultar por pudor cuáles son tus capacidades, tus competencias y tu experiencia. Si tú mismo no eres capaz de valorarte, va a ser muy difícil que sea el propio cliente -que todavía no te conoce bien- el que te valore de forma adecuada.

No se trata de "vender motos ". Es sólo que debes ser consciente de que también se nos valora por la imagen que proyectamos. Si vas por ahí diciendo: "La verdad es que tampoco soy demasiado bueno diseñando/programando/escribiendo… Hay gente mucho mejor." ¿Qué esperas que piensa el cliente? Pensará que eres un profesional mediocre. Y sólo tras unos cuantos proyectos podrá descubrir que en realidad eres un profesional más que solvente.

El problema es que, tras esa impresión inicial, es muy fácil que el cliente prefiera contratar a otra persona más segura de sí misma…

Como ves, en muchas ocasiones la seguridad en uno mismo es la clave.

2. Cobra lo que debes

Lo mejor es que intentes cobrar lo que crees que debes cobrar. Puede que luego el mercado te obligue a corregir tus estimaciones -es ley de vida- pero lo que no puede ser es que tú mismo te pongas un precio situado por debajo de lo que mereces. Normalmente, no te estarás haciendo ningún favor. Vamos a ver por qué:

Piensa que vas a una tienda y te encuentras un producto realmente barato; 

sorprendentemente barato. ¿Qué es lo primero que piensas? Que hay gato encerrado; que algo no marcha bien, y que por eso tiene ese precio. Quizá es un producto que salió defectuoso. Quizá se encuentra en mal estado y quieren deshacerse de él… Es evidente que el precio es bueno pero, de forma inconsciente, tu predisposición es negativa. De igual manera, si tu precio es una ganga, muchos posibles clientes van a desconfiar.

Ya hemos explicado alguna vez que bajar tus tarifas puede no ser una buena idea porque, si tus servicios se convierten en commodities -algo que cualquier otro profesional podría hacer- tu propuesta de valor al cliente se volverá muy débil.

Aunque, atraído por el precio, algún cliente se decida a contratar tus servicios, difícilmente te va a valorar lo suficiente. "Si de verdad fuera tan bueno, estaría cobrando más", es fácil que piense. Y, para rematar la jugada, subir las tarifas más adelante no suele resultar nada sencillo…

Puedes consultar estos consejos para ponerle precio a tu trabajo .

3. Asume tus errores, pero no cargues con los de los demás

Sabemos que errar es humano. Es algo que todo el mundo -incluidos los clientes- puede entender. Un profesional responsable siempre asume sus errores. Es algo que debes hacer para no perder tu credibilidad (nadie confía en la gente que "nunca se equivoca" y que siempre echa la culpa de todo a los demás). Pero ojo. No dejes que te conviertan en el chivo expiatorio del proyecto.

Ya sabes cómo funciona ésto: hay gente con la cara muy dura, que intentará cargarte toda la culpa de lo que no ha funcionado bien para:

1. salvar su pellejo

2. buscar una posición de ventaja a la hora de negociar el precio o el alcance del proyecto

Aunque a veces te resulte un poco violento, defiende tu trabajo. Tus errores son tuyos. Apúntalos para intentar que no se repitan. Reflexiona e intenta corregirlos. Pero no cargues con errores de otros. Argumenta, explica y demuéstrale al cliente hasta donde alcanza tu responsabilidad.

Piensa que, si te la cuelan una vez, es muy posible que acabes convirtiéndote en un auténtico coladero.

miércoles, 28 de marzo de 2018


Escribir bien te permite explicar cualquier cosa a los demás de forma clara. Sin duda es algo muy importante, pero cuando eres un profesional, no es suficiente.

Necesitas ir un paso más allá. Necesitas convencer a tus clientes, a tus lectores y a tus usuarios. Estos 10 consejos van a ayudarte a conseguirlo:
1. No dudes, no des vueltas

No vas a convencer a nadie si tú no estás convencido/a. Recuerda que es tu texto el que habla por ti. Una frase sin fuerza muestra una propuesta de valor débil. Así que olvídate de las frases abstractas, y las que dan vueltas al tema sin llegar tocarlo.

Nada de: “Es posible que esta sea una solución bastante adecuada para mitigar, de alguna manera, los problemas que normalmente aquejan a los clientes con necesidades de facturación”.

Mucho mejor: “Es una muy buena solución para los clientes que necesitan realizar facturas”.

No hace falta que exageres ni, por supuesto, que faltes a la verdad. Acabaría volviéndose en tu contra. Basta con que tu texto diga lo que quieres decir sin rodeos y con convicción.

2. Busca el ritmo, repite con inteligencia

La repetición puede darle a tu texto estructura y ritmo. Es algo que llevamos en el interior del cerebro. La repetición es la base de la música, de los ritos, de la danza. Si consigues dotar a tu texto de ese ritmo, el lector se deslizará por él y se sentirá recompensado cada vez que encuentra el tema principal (es lo que nos sucede al escuchar el estribillo en una canción).
Obviamente, si te excedes, el texto se volverá reiterativo y aburrido. Pero la repetición es un recurso bastante sencillo de utilizar. Introduce la idea principal y, conforme avanza el texto, refuérzala y complétala con diversos puntos de vista.

Lee tu texto en voz alta para descubrir el efecto real, y evita las rimas internas (dos frase seguidas acabadas, por ejemplo, en “-ón”).

3. Olvídate de la voz pasiva

La voz pasiva es mucho más enrevesada que la activa. De hecho, no solemos utilizarla en la conversación oral. Así que lo más sencillo es que prescindas de ella. Mira este ejemplo:
La redacción del proyecto ha sido solicitada por la empresa Car Express.

¿Solicitada la redacción? ¿Solicitado el proyecto? La frase es correcta, pero resulta bastante más sencillo así:

La empresa Car Express ha solicitado la redacción del proyecto.

4. Menos es más

Sé breve. Si puedes decirlo en un párrafo, mucho mejor que en dos. Aunque nos duela, mucha gente no va a llegar hasta el final del texto, así que lo mejor es decir lo más importante al principio y en pocas palabras.

Los lectores que aterrizan en la página abordan el texto tras un proceso de escaneo visual. Es posible que se salten el primer párrafo y vayan directamente a los elementos destacados. Por eso te conviene proporcionar al lector varios puntos de enganche: títulos de apartado, frases destacadas, imágenes, recursos visuales, etc.

5. Usa frases cortas

Una frase demasiado larga es una oportunidad perfecta para que el usuario desconecte. El sujeto se sitúa demasiado lejos del predicado. Las ideas y las relaciones se complican. Empiezan a aparecer complementos, adjetivos, proposiciones subordinadas… Si el usuario pierde el hilo, lo más probable es que abandone.

Así que ahórrate problemas: utiliza frases cortas. Sujeto, verbo y predicado.
Usar frases cortas no tiene por qué limitar nuestra capacidad de expresión. Puedes decir lo mismo que utilizando una sola frase larga. Basta con que separes y ordenes las ideas utilizando el punto (.), ese gran amigo del lector.

martes, 20 de marzo de 2018


Casi todo cambia a nuestro alrededor: las herramientas de trabajo, los clientes, la tecnología, las exigencias del mercado, la competencia… Por eso, lo normal es que también nosotros, como profesionales, nos veamos obligados a cambiar para sobrevivir. Esa es la base de la innovación.

Pero cambiar no siempre resulta sencillo. ¿Hasta dónde debemos hacerlo?

- Si no cambiamos nada corremos el riesgo de desaparecer. Nadie se imagina ya a un freelance sin ordenador, sin teléfono móvil, sin conexión a Internet, y haciendo las cuentas con lápiz y papel.

- Si lo cambiamos todo -incluidos nuestros presupuestos de partida- nos arriesgamos a llevar nuestro negocio a un punto al que no queremos llegar. Podemos acabar haciendo algo que ni nos gusta ni nos interesa. Y eso, desde luego, también es un callejón sin salida. ¿Para qué ser freelance en esas condiciones?

Equilibrio entre determinación y flexibilidad

Es evidente que la elección de los proyectos que vamos a realizar marca nuestra orientación profesional: si realizamos un determinado tipo de trabajos, avanzamos en una dirección; si escogemos otros, nos orientamos en otra dirección muy distinta.

El hecho es que no resulta fácil encontrar un equilibrio que nos permita sobrevivir en el mercado sin renunciar a nuestros objetivos profesionales.

Un par de ejemplos extremos:

CASO A: DETERMINACIÓN. Te empeñas en seguir haciendo lo mismo que el primer día, y de la misma forma que al principio, aunque los resultados no son buenos: esa actividad no genera proyectos y no te está reportando beneficios.

Esta actitud puede resultar positiva si al final, a fuerza de insistir con tu propuesta, consigues hacerte un hueco en el mercado, y puedes dedicarte a lo que inicialmente tenías pensado. Pero lo más común es que una actitud excesivamente rígida te obligue a abandonar tu aventura profesional por falta de recursos.

CASO B. FLEXIBILIDAD. No te cierras ninguna puerta. Vas cambiando según te lo piden los diferentes proyectos con los que te encuentras, aprovechando las oportunidades que el mercado te ofrece, y te vas adentrando en un nicho de negocio que ni siquiera tenías en mente cuando empezaste.

Podemos considerar que este esfuerzo de adaptación es positivo si:

- El trabajo que ahora desarrollas -y al que has llegado a través de los cambios- te sigue gustando y estimulando.

- Tu prioridad absoluta es seguir trabajando como freelance, sea cual sea el trabajo, porque ese es el modo de vida que has elegido, y esta nueva actividad te aporta unos recursos que, de otra forma, no podrías conseguir.

Sin embargo, estos cambios pueden ser considerados negativos si tu prioridad era realizar un determinado tipo de trabajo -el que te hace feliz- y has acabado realizando otro que no te interesa. Es decir, estos cambios no te compensan si te han alejado de tus objetivos iniciales.

Objetivos y expectativas

Al final, se trata de una cuestión de objetivos y expectativas. Ahí es donde puede estar la base de nuestra decisión.

Por eso es conveniente que antes de definir una estrategia te plantees al menos las siguientes preguntas:
-¿qué es lo que quiero conseguir?
-¿cuál es mi objetivo principal?
-¿hasta dónde estoy dispuesto a renunciar para conseguirlo?
-¿de qué fondos dispongo para hacer frente a las necesidades?

“NO, esto no es lo que hacemos…”

Como es lógico, la necesidad de cambiar según cambia el mercado no es exclusiva de los profesionales independientes. También las empresas se enfrentan a este reto. ¿Has pensado alguna vez como lo hacen?

Según Seth Godin, la mayor parte de las organizaciones dedican mucho tiempo a decir “esto no es lo que hacemos”, o lo que es lo mismo, rechazan un montón de oportunidades. Y es lógico. En la economía tradicional, decir NO es un requisito importante. La explicación es muy sencilla: cuando una empresa intenta hacer un poco de todo, está perdida.

Estas organizaciones están donde están en parte porque mantienen el mismo enfoque, porque abordan los mercados y las situaciones de una manera determinada. Sí dijesen sí a todo, probablemente habrían desaparecido.

Godin emplea el ejemplo de Nike: “Seguro que Nike podría hacer dinero en el corto plazo cediendo su nombre a una nueva marca de vinos, pero ese no es su negocio.
De ahí que la respuesta “esto no es lo que hacemos” se haya convertido en la espina dorsal de la estrategia de muchas de las empresas tradicionales.

Pero, ¿por qué decimos NO?

El problema es que esta estrategia no siempre es válida. Tal y como explica Godin, si la única razón para decir “nosotros no hacemos ésto” es que nunca lo hemos hecho antes, esa razón no vale. Y esto mismo puede aplicar a los profesionales independientes. 

No tiene sentido decir NO por sistema cuando nos enfrentamos a tiempos de cambio permanente y acelerado, como los actuales. Tampoco cuando surgen nuevas oportunidades que antes desconocíamos. En esos casos siempre debemos preguntarnos: “¿por qué no hacer otras cosas diferentes? Y, sobre todo: ¿por qué no hacer las cosas de otra manera diferente?

Después de analizar la situación, y e confrontarla con nuestros objetivos, estaremos preparados para decidir.

jueves, 15 de marzo de 2018


¿Cuántos motivos hay para montar un negocio por tu cuenta? Hemos creado una carta con una gran selección. Elige tus motivaciones favoritas:

1. para hacer lo que realmente te gusta
2. por el dinero
3. para trabajar desde casa
4. porque te aburres y necesitas cambiar de vida
5. para ahorrarte los atascos
6. porque se te ha ocurrido una idea genial, y quieres sacarle partido
7. para poder llevar y recoger a tus hijos de la guardería
8. quieres comer en casa
9. porque estás harto de tu jefe
10. para compartir tu conocimiento
11. para aprender de otros profesionales
12. para enseñar lo que has aprendido
13. porque tu oficina está a un montón de kilómetros y estás harto de perder tiempo en desplazamientos
14. porque no quieres que nadie te dé órdenes
15. quieres hacer las cosas a tu manera
16. para poder trabajar desde un parque
17. necesitas una excusa para comprarte un netbook, un iphone o una blackberry
18. viajas a menudo,  o quieres hacerlo, y necesitas poder trabajar desde varias ciudades distintas
19. te has quedado sin trabajo
20. has descubierto un modelo de negocio infalible
21. porque te gusta hacer las declaraciones trimestrales del IVA
22. quieres pasar más tiempo con tu familia
23. odias madrugar
24. te gusta trabajar por la noche
25. necesitas echarte la siesta después de la comida
26. el café de máquina de tu oficina era horrible
27. te hicieron una oferta que no podías rechazar
28. tu experiencia anterior te ha permitido construir una buena cartera de clientes
29. en tu trabajo te dijeron: o te haces autónomo o te marchas…
30. tu compañero de oficina despedía un fuerte olor, y no sabías cómo decírselo
31. te convenció un amigo
32. te convenció una amiga
33. te convencieron tus padre (aunque esto es prácticamente imposible)
34. decidiste capitalizar el paro, y algo tenías que hacer para justificarlo…
35. no te llega para pagar la hipoteca, y necesitas ingresos extra
36. te gusta la cocinar, y la comida casera
37. te gusta ir al mercado por las mañanas a hacer la compra
38. eres rico/a y no sabes qué hacer
39. eres  adicto/a al trabajo
40. te has comprado un coche demasiado caro, y necesitas ingresos extra
41. te sobra el tiempo, y algo tenías que hacer
42. quieres hacer un buen viaje el año que viene y necesitas hacer algunos trabajillos extra para ahorrar un poco de dinero
43. has detectado una oportunidad, has visto un hueco en el mercado
44. lo que más te gusta es iniciar nuevas aventuras
45. conoces a alguien que montó un negocio y le ha ido muy bien
46. sabes muchísimo sobre un tema, o un área de especialización, y quieres sacarle partido  a ese conocimiento
47. nadie hace lo que tú haces
48. haces muy bien tu trabajo, y podrías sacarla mucho más partido rompiendo las limitaciones que ahora te imponen
49. ni siquiera sabes cómo has llegado, pero ya estás aquí…
50. ¿por qué no?

lunes, 5 de marzo de 2018


¿Estás pensando en lanzar tu propio negocio? Según nos explica Seth Godin en su superventas The Bootstrapper’s Bible, estos son los elementos clave que conforman un modelo de negocio:

- Distribución. ¿Dónde se vende el producto o servicio al consumidor final? ¿Qué intermediarios están implicados en el negocio?
- Ventas. ¿Quién está vendiendo por ti? ¿Cómo vas a compensarle?
- Precio. ¿Cuánto pagan los mayoristas, los minoristas y el consumidor final?
- Producción. ¿Cómo vas a fabricar el producto o servicio?
- Materia prima. ¿Dónde consigues eso que vas a vender?
- Posicionamiento. ¿Cómo percibe el producto en su mente el consumidor final?
- Marketing. ¿Cómo encuentran información sobre el producto o servicio los consumidores?

- Barreras de entrada. ¿Cómo serás capaz de sobrevivir cuando lleguen los competidores (atraídos por un negocio que funciona)?

- Escalabilidad. ¿Cómo conseguir que tu negocio crezca?

Y, siempre según Godin, esto son los 5 atributos que tu modelo de negocio debería tener:

1. Que genere beneficios

Parece obvio. Pero te sorprendería saber la cantidad de gente que pierde dinero con cada uno de sus productos y que, sin embargo, se empeña en aumentar el volumen de ventas. Casi ningún negocio es rentable al principio. Hay que pagar el alquiler, comprar las máquinas, la materia prima, los ordenadores… La pregunta es: ¿cuánto se puede esperar hasta que el negocio sea rentable? Godin propone lo siguiente: Escribe en un papel un fecha objetivo en la que tu negocio debe ser rentable. Si te pasas del plazo establecido y la cosa no funciona, o se te ocurre cómo arreglarlo o será mejor que abandones. Seguir en un negocio ruinoso simplemente porque ya has perdido mucho dinero con él es una pésima estrategia de negocio. Debes aprender a detectar los factores que transforman un negocio no rentable en uno rentable. Los modelos de negocio, al igual que las fórmulas matemáticas, no pueden depender de un milagro. Es verdad que, muy de vez en cuando, alguien consigue crear su propio modelo de negocio. Pero es mucho más común, y más sencillo, que el modelo de negocio ya exista antes de que tú lo elijas.

2. Que pueda protegerse de los competidores

Un negocio rentable siempre va a atraer a los competidores. ¿Qué harás cuando estos aparezcan? Si sacas un euro de cada producto que vendes y de repente se produce una guerra de precios, puede que acabes sacando un céntimo por cada unidad. Y eso es muy malo. Para eso existen las barreras de entrada, que pueden adoptar diferentes formas: una patente, una marca fuerte, una distribución exclusiva, una fórmula secreta de fabricación (esto cada vez es más difícil de mantener, pero es posible) y algo llamado “la ventaja del que lleva la iniciativa”. Blockbuster creó una gran barrera de entrada cuando abrió miles de videoclubes por todos los sitios. Para cuando la competencia apareció, los mejores sitios ya estaban cogidos. Evidentemente, esta es una barrera muy cara de construir… Pero hay otras maneras. La ventaja de llegar primero está muy clara: si montas un negocio para cortar el césped en tu vecindario, habrás resuelto la necesidad de tus vecinos. El que llegue después ya no puede resolverla. Lo único que puede hacer es tirar los precios u ofrecer un servicio notablemente mejor. Es decir, la competencia va a tener que ir a remolque porque tú tomaste la iniciativa y llegaste antes.

3. Debe autoalimentarse

Una de las trampas en las que caen muchos emprendedores es la de inventarse un modelo de negocio que no funciona por sí mismo, y que necesita un paso intermedio bastante complicado. Si, por ejemplo, quieres vender cuchillas de afeitar, y ese va a ser tu negocio, necesitas que haya un montón de gente con una maquinilla compatible. ¿Es posible conseguirlo con poco dinero? Sí. Pero en 9 de cada 10 ocasiones, este tipo de negocios fracasan. Conclusión: normalmente el emprendedor se queda sin dinero antes de cambiar las costumbres de la gente.

4. Que sea ajustable

Necesitas contar con un modelo de negocio que puedas modificar sobre la marcha, y que te permita ajustarte a las necesidades del mercado. Un modelo de negocio que depende de un montón de partners y consumidores resulta mucho menos flexible. Imagina una gran cadena formada por más de 1000 restaurantes especializados en un tipo de comida determinada. Si un plato diferente se pone de moda, les va a costar mucho tiempo y esfuerzo negociar con los proveedores y formar a todas las delegaciones y a todos los empleados para distribuir ese nuevo plato. En cambio, un restaurante pequeño no tardará casi nada en conseguirlo. En apenas una semana o dos ya puede preparar y vender el plato de moda.

jueves, 1 de marzo de 2018


La usabilidad es una disciplina que a veces resulta un tanto abstracta y difusa: las reglas no siempre son fijas, y a menudo se contradicen entre sí. Pero también es cierto que la usabilidad nos ha aportado algunos descubrimientos enormemente útiles para mejorar el diseño de nuestros blogs y sitios web.

En SmashingMagazine han hecho una selección con 10 “reglas” de usabilidad que merece la pena tener en cuenta:

1. Las etiquetas de los formularios, mejor sobre el campo

Tras duras y largas discusiones, parece que al fin hemos descubierto cuál es la posición ideal para las etiquetas de los formularios en la web: encima del campo.

En la mayor parte de los casos, los diseñadores sitúan la etiqueta a la izquierda del campo, generando así una maquetación a dos columnas. Y aunque esta opción es correcta, no es la más usable. Esta es la explicación: los usuarios completan los formularios siguiendo un patrón vertical, de arriba abajo. Por eso, les resulta más cómodo encontrarse primero la etiqueta e inmediatamente debajo, el campo. Así de sencillo.

Además, si ponemos la etiqueta a la par del campo, nos planteamos un problema de alineación. Si alineamos los elementos a la izquierda, el usuario puede escanear bien la información, pero el literal y el campo quedan demasiado separados: dan sensación de desconexión. Si los alineamos a la derecha, en cambio, estarán bien ligados, pero su posición será menos cómoda para el escaneo del usuario…
La solución:

BIEN

Nombre: Felisa Moratín


MEJOR

Nombre:


Felisa Moratín


2. El usuario se fija en las caras

El cerebro del ser humano está preparado para reconocer y memorizar las caras de los demás. En la web sucede como en la vida real: nos fijamos primero en las caras y en los ojos de las personas que aparecen en pantalla. Éste constituye, por tanto, un recurso de marketing fundamental para captar la atención de los usuarios. Y es una de las razones por las que muchos sitios web, y muchos banners publicitarios, incorporan fotos de personas en su interior.

Pero todavía hay más: después de fijarnos en la cara y en los ojos, avanzamos en la dirección que marca la mirada del protagonista (la persona que aparece en la imagen).

3. La calidad del diseño en un poderoso indicador de credibilidad

Juzgamos un libro que no conocemos por su portada, y de la misma forma, la calidad del diseño de un sitio web condiciona nuestra percepción sobre él. Si nos parece un buen diseño, es mucho más fácil que depositemos nuestra confianza en ese blog o ese sitio web.
La maquetación, las tipografías, los colores y el estilo configuran, en buena parte, nuestra percepción sobre ese sitio web. Así que si queremos proyectar una buena imagen, lo mejor es que contemos con un buen diseño.

Otros factores importantes que afectan a la credibilidad de un sitio web son la calidad de los contenidos, la cantidad de errores, la facilidad de uso y la confianza que nos inspiran los autores.

4. La mayor parte de los usuarios NO HACÍA scroll (antes)

Según un estudio elaborado en su día por Jakob Nielsen -gurú de la usabilidad- tan sólo el 23% de los usuarios hacen scroll en su primera visita a un sitio web. Eso significa que la gran mayoría de los usuarios -un 77%- sólo ven el contenido que se muestra en pantalla. Y todavía hay más: el porcentaje de los usuarios que hace scroll va disminuyendo conforme realizan más visitas al sitio web. En la segunda visita, sólo el 16% hace scroll.

Según este estudio, la lección está clara: hay que situar los contenidos y servicios más importantes a la vista, especialmente en las principales páginas de “aterrizaje”, para que el usuario pueda encontrarlos sin necesidad de hacer scroll.

Evidentemente, no puedes ponerlo todo en la parte superior de la página. Eso es sencillamente imposible. Pero sí puedes utilizar ese espacio para promocionar lo esencial.
En el caso de la home, estos son los elementos que no pueden faltar:
- El nombre del sitio web.

- Tu propuesta de valor al cliente/usuario: aquello que le ofreces.
- La navegación por las principales secciones del sitio web.

… pero las costumbres cambian. El hecho es que hay una lección todavía más importante: las costumbres de los usuarios cambian, están en continua evolución. Según varios estudios posteriores, a la gente cada vez le cuesta menos hacer scroll. De hecho, muchos usuarios lo prefiere a la paginación, y no tienen inconveniente en llegar hasta el final de la página.

Por eso, te recomendamos que no satures el espacio superior. Cuando el usuario encuentra demasiadas cosas, no sabe qué hacer y se desorienta. Es mejor que organices la información a lo largo de la página dejando un espacio en blanco entre cada área de contenidos.

5. El color azul es el mejor para los enlaces

Conseguir que tu sitio web sea diferente a los demás es importante, pero cuando hablamos de usabilidad, basarse en los estándares -lo comúnmente aceptado- suele ser la mejor receta. Es muy sencillo: cuando la gente accede a un sitio web, espera encontrar las cosas de la misma forma que en el resto de sitios web que ha visitado anteriormente. Son los conocidos como patrones de uso.

Y siguiendo este razonamiento, el azul es el color por excelencia para señalar los enlaces. Es el color por defecto de los navegadores, y el que usa Google (ahí es nada).

No tienes por qué hacerlo todo igual que los demás, claro. Si decides optar por otro color para los enlaces, ten en cuenta las siguientes consideraciones:

- Debe ofrecer un buen contraste de color con el fondo: si el fondo es claro, debe ser un color oscuro, y viceversa.


- El color de los enlaces debe ser diferente al del texto común empleado en el sitio web, para que el usuario perciba la diferencia.

miércoles, 28 de febrero de 2018


¿Seguro que utilizas de forma apropiada el teléfono, el correo electrónico y la mensajería instantánea para comunicarte con tus clientes?

Nadie puede conseguir un proyecto, y mucho menos realizarlo, sin comunicarse con el cliente.Cuando hablamos con otra persona cara a cara tenemos muchas herramientas para transmitirle lo que pensamos, y para entender lo que la otra persona quiere decirnos: 

gestos, tono de voz, interacción directa, etc. El problema es que cuando nos comunicamos utilizando nuevos medios, como el correo electrónico, el chat o incluso una videoconferencia, perdemos buena parte de esas herramientas.

En FreelanceSwitch nos proponen unos buenos consejos para mejorar nuestra comunicación online con nuestros clientes y colaboradores. Hemos seleccionado los mejores:

1. Varía el tono de tu voz en el teléfono y en Skype

El tono de voz añade muchos matices -es decir, mucha información- a lo que estás diciendo, y puede ayudarte a suplir los gestos, que evidentemente no están presentes en una conversación telefónica. Además, es uno de los mejores remedios contra la monotonía en un discurso. Así que intenta ir modificando tu tono de voz a lo largo de la conversación para reforzar tu mensaje.

2. Sonríe también en las videoconferencias

Es inevitable: la gente que sonríe a menudo transmite energía positiva, resulta mucho más agradable y cae mejor. No se trata de sonreír todo el rato por decreto ley. Eso resultaría estúpido. Pero a veces, con el trabajo, las prisas y la tensión, se nos olvida que sabemos sonreír. Y que cuando lo hacemos somos un poco más felices. Tenlo en cuenta. En una conversación cara a cara, o por videoconferencia, lo que hay en tu cara es buena parte de lo que transmites.

3. Suple el contexto con emoticonos

Ya hemos comentado que en la comunicación online muchas cosas quedan fuera. Los emoticonos pueden ayudarte a poner aquello que falta, sobre todo cuando quieres ser irónico, sarcástico, cuando quieres bromear, etc. Ya sabes que sin el contexto de los gestos, tono de voz, etc, estas intenciones pueden ser malinterpretadas. La ironía es uno de los casos más claros.

Tampoco conviene abusar de los emoticonos -tu mensaje parecerá una ensalada de emociones sin sentido- pero debes tenerlos en cuenta como recurso expresivo.

4. Comunica tu reacción a la otra persona para darle orientación

Piensa en esas ocasiones en las que estás explicando algo por teléfono y piensas: ¿cómo estará reaccionando a lo que le cuento?” Pues bien, es posible que la otra persona tenga la misma sensación cuando habla contigo. Lo mejor es que, sin interrumpir su conversación, le proporciones un feedback que le permita orientarse sobre tu posición: “Me parece muy bien”, “No me convence”, etc.

Porque, de nuevo, sin contexto es fácil malinterpretar las palabras. Y es mejor dejarlo todo claro.

5. Pregunta a tu cliente qué es lo que piensa

Es obvio: para saber qué es lo que opina el cliente de nuestra propuesta, del trabajo que hemos realizado, y de cualquier otra cosa, lo mejor es preguntarle. Sin embargo, no siempre lo hacemos. Esperamos, quizá, que el cliente lo diga. Pero hay mucha gente que se reserva sus opiniones. Es fácil que, si no está satisfecho, simplemente no vuelva a confiar en ti. Habrás perdido al cliente y, ademas, no sabrás por qué.

Y todavía podemos ir un poco más allá: también podemos preguntarle al cliente cómo se siente, qué sensación tiene con nuestro trabajo.

Las preguntas son excelentes herramientas para mantener una relación fluida, y para obtener pistas que nos permitirán mejorar nuestra trabajo y nuestra forma de comunicarnos.

6. Especifica cuál es la respuesta que esperas: incluye siempre  una llamada a la acción

Cuando envíes un correo electrónico, especifica siempre qué es lo que quieres, lo que esperas de la otra parte. Es lo que se conoce como “llamada a la acción”. Explica, por ejemplo, que te gustaría fijar una reunión. Es la forma más sencilla de conseguir que tu interlocutor colabore y consigáis dar el siguiente paso.

Es el equivalente al apartado “próximos pasos”, que normalmente se utiliza en reuniones y presentaciones para marcar la agenda.

7. No finjas que has entendido

Si hay algo que no has entendido en la conversación, no disimules. No lo dejes pasar. Eso sólo podría llevarte a una confusión todavía mayor. Y la rectificación se hará más complicada conforme pasa el tiempo. Di simplemente: “Perdona, pero no he entendido bien qué es lo que quieres decir”.

8. Mantén el canal abierto

A nadie le gusta hablar al vacío. Seguro que alguna vez, mientras hablabas por teléfono, has pensado: “¿Hay alguien al otro lado?” Es fácil que tu interlocutor esté pensando lo mismo mientras se explica. Así que mantén el canal abierto: asiente de vez en cuando sin interrumpir, para que la otra persone note que estás interesado, que sigues la conversación, que no has desaparecido.

9. Responde enseguida a los correos electrónicos

Si tu cliente te ha enviado un correo electrónico, es muy fácil que esté ansioso por obtener una respuesta. Aunque seguramente sin razón, enseguida interpretarán tu falta de respuesta como una falta de interés, o incluso pensarán que no has recibido el correo…
Para evitar estos problemas, responde con rapidez. Si no tienes tiempo de analizar bien lo que proponen, o de realizar la oferta que te piden, envía un mensaje breve explicando que tendrán la respuesta en un par de días.

10. Relee siempre tus correos electrónicos antes de enviarlos

Repasa la estructura del mensaje: ¿se entiende bien?, ¿es lo que quieres transmitir? Comprueba la ortografía con un corrector. Asegúrate de que el mensaje no parece demasiado arrogante o agresivo, y de que no se presta a malentendidos.